La muerte y sus tradiciones
La única certidumbre que tenemos en la vida, es la muerte. Los seres humanos solemos buscar la comodidad y el placer, pero según Sigmund Freud, también tenemos una “pulsión de muerte”, la tendencia de los organismos vivos a buscar un estado anterior a la vida, en otras palabras, no existir. Esa dualidad genera un balance entre la creación y la destrucción; el instinto de permanecer vivos y cierta atracción por la muerte.
En varias culturas se cree en la reencarnación, la cual supone el renacimiento del alma en un nuevo ser. En otras culturas se cree en una vida mejor después de la vida terrena, donde el alma vive por siempre en un estado de plenitud absoluta. Según varios humanistas, después de la muerte no hay nada; pero a través sus obras, las personas que han muerto siguen trascendiendo, y así existiendo en el mundo. Lo cierto es que nadie puede asegurar a ciencia cierta lo que sucede al morir. Las personas que han tenido un roce cercano con la muerte, han visto o escuchado cosas de lo que parece ser “el más allá”, sin embargo, no se puede establecer si dichas experiencias han provenido del inconsciente o de la percepción real de la muerte.
La humanidad ha enfrentado a la muerte de diferentes maneras: la ha temido, la ha venerado, la ha mitificado y la ha convertido en objeto de humor y tradición también. El día de todos los difuntos se celebra el 2 de noviembre en varias culturas y se han generado diversas tradiciones alrededor del mundo para honrar la memoria de los que han fallecido.
La tradición celta cuenta la historia de un tipo malvado, Jack, que se convierte en una presa del demonio, quien trata de llevárselo al infierno en varias ocasiones. Jack le tiende trampas cada vez y finalmente hace un pacto con él para que nunca lo vuelva a reclamar para el infierno. Cuando Jack muere, no puede entrar al cielo porque fue un hombre malo, paradójicamente, tampoco puede entrar al infierno por el pacto que hizo con el demonio. Éste lo expulsa de su reino y le arroja material incandescente y Jack lo atrapa con un nabo hueco que se ilumina por dentro al instante. Desde ese momento usa los nabos como linternas; de ahí su apodo, Jack of the Lantern o Jack, el de la Linterna. Cuenta la leyenda que cada víspera de la celebración de todos los santos, Jack sale a las calles en busca de víctimas y las personas se disfrazan para burlarlo. De ahí proviene la tradición de disfrazarse en estas fechas.
Varias tradiciones alrededor del mundo incluyen una visita al cementerio el día de muertos para rendir un homenaje a los que ya no están en el mundo. En muchas ocasiones, los familiares llevan comida y la comparten. Llevan flores que decoran el espacio y a veces también velas. El simbolismo cambia entre culturas, pero tradicionalmente se cree que el umbral entre vivos y muertos se hace más débil la víspera de día de muertos y por lo tanto, los seres queridos que están del otro lado pueden visitar a los vivos y compartir el pan con ellos. En algunos lugares, se prepara un altar con algunos objetos del fallecido, incluyendo una foto, y comida. Es otra forma de honrar la memoria de un ser querido.
En México, además de las tradiciones del altar de muertos y de las visitas al cementerio, existe la tradición de escribir “Calaveras”, que son pequeños versos en donde se narra un intento, exitoso o fallido, de la muerte por llevarse a una persona. Estas Calaveras se escriben con el fin de hacer una crítica positiva o negativa, como una broma amigable o con fines meramente humorísticos. A veces se escriben Calaveras sobre personajes de la política o del medio artístico. También es común el intercambios de calaveras entre amigos, donde además del poema se regala una pequeña calavera de azúcar o de chocolate.
Calavera a Noticias Montreal
Era un día corriente
En Noticias Montreal
Todos estaban sonrientes
Hablando del mundo real.
De repente la muerte
Se asomó desde un rincón
Esperando que con suerte
Alguien diera un resbalón.
Le gustó una periodista
que escribía muy concentrada
sobre una playa nudista
y una turista desconcertada.
La parca se aproximó
Fingiendo casualidad
Y en su café espolvoreó
Un ingrediente mortal.
Su víctima trabajaba
Sin tomarse ni un respiro
Y el café se enfriaba
Sin que diera ni un sorbito.
Por fin terminó su escrito
y al mirar su café frío
escuchó un fuerte grito
y sintió un escalofrío.
Era el fotógrafo estrella
Que festejaba en su escritorio
Tomó la foto más bella
De todo su portafolio.
“A desayunar, que yo invito”
dijo saltando de gusto
por ahí hay un lugarcito
y les gustará mucho.
Todo el equipo salió
Dejando atrás a la muerte
Llorando porque falló
Por un giro de la suerte.
No le quedó más remedio
Que volver por donde vino
“Con periodistas no puedo,
siempre me falla el tino”.
Quédate conmigo y déjame aprender de ti.
¡Hasta la próxima!
Para leer más textos de Mariel Aranda (en inglés): http://mightymindnlp.wordpress.com/blog/